
A ver: la lámpara sigue en pie, en el rincón del cuarto,
en ese ángulo a veces lúgubre, a veces tierno, de donde
en ese ángulo a veces lúgubre, a veces tierno, de donde
saltan, sin parar, los átomos en los que se convirtió, ciega
la naturaleza. Es que: ¿cómo hacen esos imbéciles morales
la naturaleza. Es que: ¿cómo hacen esos imbéciles morales
para tragarse cada una de las letras de aquel legado? No,
nadie en su sano juicio podría soportarlo más que ellos.
nadie en su sano juicio podría soportarlo más que ellos.
Digo: ellos pueden. ¿Por qué ellos? No se entiende. O
si: es que son bebés, máquinas frágiles que tiemblan.
si: es que son bebés, máquinas frágiles que tiemblan.
Tiemblan a cada paso, hacen piruetas, y tiemblan:
agitan esos bracitos de langostas para todos lados,
agitan esos bracitos de langostas para todos lados,
y la cabeza, con sus ojitos negros que se fijan en la
mirada de uno. O sea: son ellos, hijos, hijos mártires
mirada de uno. O sea: son ellos, hijos, hijos mártires
de una naturaleza sanguínea. Pero: la lámpara sigue
en pie, en su lugar. Espera. La luz, espera. A ellos.
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