jueves, 1 de julio de 2010

Historia de un papel


5
El viento lo levanta,
lo mueve: de pronto sube,
de pronto baja, casi hasta
caer sobre las baldosas
cuadriculadas, esas baldosas
de la calle. Pero no, el viento,
otra vez, le da impulso,
un impulso feroz y risueño,
que lo hace bailar de modo absurdo,
sin partenere al que asistir,
solo, muy solo, el papel,
o mejor: el papelito, pequeño papelito,
que gira y gira hasta llegar,
sin aliento casi,
llega, el papelito llega
hasta el umbral de una casa,
y el viento, lo deja ahí,
en ese umbral, acostado,
boca arriba, a la espera.

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