jueves, 24 de junio de 2010

Historia de un papel


4


El nylon negro de la bolsa negra,
de pronto se parte en dos:
es un tajo irregular y algo turbio,
un tajo que zigzaguea formando
a su modo, una letra, cualquier letra,
en fin: es un tajo por el que entra
impertinente, la pata del gato.

Es la pata delantera, que se mueve
hacia arriba y hacia abajo,
busca: quiere algo, no se sabe qué,
pero se la ve desesperada:
entra, sale, entra, sale.
Y así, llega, el gato:
agarra el papel, lo despedaza,
y se lo come. De modo que ahora
parte de esas palabras se pierden
es inexorable,
dos palabras: el no y el me,
se fueron dentro del gato.

miércoles, 9 de junio de 2010



3
No se sabe quien:
puede que sea la mujer,
o no: un hombre, su esposo,
o quién sabe, alguien,
simplemente alguien:
mete la mano dentro
de la bolsa. Aplasta.
Cierra la bolsa.
Hace un nudo.

De modo que la basura
toda la basura que está
dentro de la bolsa,
como efecto de la presión,
se comprime, indiferenciándose,
como si fuera la muchedumbre
la chusma procaz que supo
inundar la plaza pública.


En fin, decíamos:
la basura, la basura que
vive dentro de la bolsa,
como efecto de la presión
logra formar un solo cuerpo.
Y así, el papel, que sigue ahí,
arrugado, entre la yerba
y el jugo del durazno,
el papel, decíamos,
que está escrito con tinta azul,
ese papel, pierde otra palabra:

olvido.

viernes, 4 de junio de 2010

Historia de un papel (Segunda Parte)



2

Entra, de pronto, una mujer,
y como un trompo delicado,
limpia, junta la ropa:
el corpiño, la bombacha,
acomoda la remera blanca,
hace la cama, estira la almohada,
la mujer, si, esa mujer, lo hace.

Y lo hace sin darse cuenta,
quizá lo haga sin saber
sin siquiera saber lo que hace
como se hacen ciertos actos
milagrosos, cotidiano,
pero lo hace: agarra el papel,
lo arruga en su puño,
lo tira dentro de una bolsa negra
junto con otras porquerías:
una lata, dos chapitas,
media cáscara de manzana,
un palito blanco de un chupetín,
un durazno a medio comer,
hojas de un diario,
yerba húmeda,
que está sobre la hoja de diario,
y que por el movimiento
de la bolsa, humedece el papel,
de modo que al rato,
la tinta azul empieza a borrarse
hasta que unos minutos después,
las ultimas letras del mensaje,
el más, ese más enfático,
pretensioso, como si fuera
una absurda ironía de la vida,
desaparece, dejando,
apenas, sobre el papel,
una mueca insignificante
y húmeda.

jueves, 3 de junio de 2010

La historia de un papel.


1

Está la cama deshecha:
la sabana arrugada,
la colcha en el piso,
una almohada erguida
como si estuviera espiando
o quién sabe: tal vez,
se quedó así, perdida
esperando a un superhéroe
que la venga a rescatar.

La luz de la mañana entra
por la ventana,
junto con un viento suave
que mueve las cortinas
y la remera blanca.

Y en el suelo, arrugado,
entre la ropa:
una bombacha negra,
un corpiño, medias,
en el suelo, sobre la
alfombra, sí, por supuesto:
perdido, arrugado
hay un papel
un papel con una frase escrita
una frase que alguien escribió
hace algún tiempo,
y que ahora, en esta mañana,
esta mañana cualquiera
es decir: una mañana en la que
no pasa nada especial,
ahora, ese papel, y la frase
que está escrita en ese papel,
como si fuera una flecha
que atraviesa el infinito,
está ahí, para que nadie la lea;
dice: de esto no me olvido más.