viernes, 4 de junio de 2010

Historia de un papel (Segunda Parte)



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Entra, de pronto, una mujer,
y como un trompo delicado,
limpia, junta la ropa:
el corpiño, la bombacha,
acomoda la remera blanca,
hace la cama, estira la almohada,
la mujer, si, esa mujer, lo hace.

Y lo hace sin darse cuenta,
quizá lo haga sin saber
sin siquiera saber lo que hace
como se hacen ciertos actos
milagrosos, cotidiano,
pero lo hace: agarra el papel,
lo arruga en su puño,
lo tira dentro de una bolsa negra
junto con otras porquerías:
una lata, dos chapitas,
media cáscara de manzana,
un palito blanco de un chupetín,
un durazno a medio comer,
hojas de un diario,
yerba húmeda,
que está sobre la hoja de diario,
y que por el movimiento
de la bolsa, humedece el papel,
de modo que al rato,
la tinta azul empieza a borrarse
hasta que unos minutos después,
las ultimas letras del mensaje,
el más, ese más enfático,
pretensioso, como si fuera
una absurda ironía de la vida,
desaparece, dejando,
apenas, sobre el papel,
una mueca insignificante
y húmeda.

3 comentarios:

  1. querido Marcos! me gustaron mucho estos dos poemas!! debo reconocer que estaba esperando este regreso. Gracias! un beso, Lau.

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  2. Gracias Lau. Es cierto, volvi a las fuentes.

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