jueves, 27 de agosto de 2009

Manifiesto



Nunca (suena enfático, cursi, desesperado, y por eso mismo: irrisorio), nunca, dijo el hombre. Nunca toleraría, (imaginemos un tipo de unos cuarenta: enclenque, solo, voluble). Entonces, el hombre dijo: no esta en mi animo, no podría tolerarlo, aunque me pongan una 38 en la cabeza (esto si que no hace falta, no hay necesidad), no podría aceptarlo, siguió diciendo, nunca, es que: no podría tolerarlo, en fin: seria una claudicación inadmisible, dijo (ahora se lo ve sentado, al tipo: tiene un cigarrillo encendido, da una pitada, echa el humo; da una pitada, echa el humo), porque, después de todo, dijo el hombre, después de lo que vieron mis ojos: la fragmentación del sentido, la ruina del ministerio, un presidente triste silbando un tango, o la baba del manifestante: ese, ese que estuvo de pie aferrado al mástil de la bandera, y con el sudor, maldito sudor, brillando en su frente; no, dijo el hombre, eso no, nunca, no podría, ni aunque quisiera (de pronto, se levanta, tira el cigarrillo, lo pisa con la punta de su bota, mira hacia delante, al final de la calle, ahí, donde unos chicos, todavía, juegan entre las latas). Es que, dijo el hombre, ¿cómo hacer?, después de que las alas del pájaro se quebraron en mil pedazos, después de que el religioso vestido de sotana intentara por todos los medios a su alcance, detener la sangría, digo yo: ¿cómo hacer?, (ahora, con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, arrastrando los pies, sonriendo, el tipo va acercándose al fondo de la calle donde, todavía, los chicos juegan entre las latas). Repito, dijo el hombre: ¿cómo hacer? No hay forma, siguió, no hay manera de no quedar atrapado en la nieve eterna del vacío, esa misma: la que nos obliga a deambular en las plazas sin gente, buscando, como idiotas, los trapos viejos, pisoteados, y hasta cagados por el alubión zoológico, bestial de las hormigas; eso son: hormigas (el tipo llega hasta donde están los chicos, se detiene; los chicos dejan de jugar, lo miran), hormigas, son. Esas bestias quieren quedarse hasta con la desgracia, eso quieren. Y nosotros, dijo el hombre, como si nada, ¿puede ser? (Entonces el tipo se agacha, mira los objetos con los que juegan los chicos. Después pega un grito, asustado).

3 comentarios:

  1. Me encantó tu cuento, Marcos. Te felicito. Desde lo último que lei tuyo a esto hay mucho camino recorrido. Ya sos todo un escritor. Te hablo como si todavía fueras el hermanito de Coty, el chiquito. Y bueno, serán los años sin verte.
    Cuando viaje a BA consigo tu último libro.

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  2. Mecha, gracias. Bueno, de algún modo un poco ridículo, sigo siendo el hermanito de Coty y el chiquito. Aunque también es verdad: los chicos, para mal o para bien, crecen. Y se hacen hombres.

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  3. Mecha, gracias. Bueno, de algún modo un poco ridículo, sigo siendo el hermanito de Coty y el chiquito. Aunque también es verdad: los chicos, para mal o para bien, crecen. Y se hacen hombres.

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