martes, 15 de diciembre de 2009

Charla con Bachi sobre la subsistencia.

Hay una bandeja con escones,
está sobre la mesa, al lado
de la pava con el agua para

el té. Bachi habla, dice cosas:
un día, Marcos, tendrías que
hacer como los monos, ellos si

que se la pasan de liana en liana,
y zafan, creo, ellos zafan de
tener que darle explicaciones a

cualquier hijo de vecino. Igual,
qué importa, ¿no?, digo: después
dicen que te pasas de escritor,

que te pasas de rosca, digo.
Bachi sirve el té en unas tazas,
me alcanza una, agarra otra.

Doy un trago; da un trago. Y
le respondo: me paso, yo lo sé,
y eso que cumplo con el abc

del protocolo del buen vecino,
pero viste: uno no puede más
que seguir sus enfermedades.

Entonces, Bachi, así, misteriosa
como es, nunca deja de hilar fino
y vuelve a acertar: es que el tuyo

es un problema religioso,
dice
se ve, claro, en el medio de
tu pecho. Como una lucecita

que titila y titila a su
antojo. Y vos, Marcos, vos que no
sabes cómo hacer para volar,

querés y no podés, es eso:
dejarse de joder y largarte,
¿me entendés?, Marcos.

Después nos despedimos, los dos:
Bachi sale y se va para su
casa; yo, me quedo sentado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario