domingo, 11 de octubre de 2009

adrián, mi hermano.



Desnudo, con la carne llagada
por el trabajo intenso, ruin de la
academia. Y es que tiene todo
apolillado el nervio desde que

un pigmeo trató de sobornarlo.
Y aunque sean malas noticias,
o se invente un acueducto de los
que mandan lejos el estiércol

de las teorías más sofisticadas,
aún así: él puede dar pelea,
y vencer al Goliat sin nombre:

el que devora las entrañas del
silencio. Ahí está su pena,
y su casa, devota y ciega.

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